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ESTILO DIRECTO Y ESTILO INDIRECTO

Pepe, el presidente de un banco, se preocupa por un joven ejecutivo estrella (Torres) que, después de un período de trabajar junto a él sin parar nunca, ni siquiera para almorzar, empieza a ausentarse al mediodía. Pepe hace llamar en privado a Gutiérrez, otro joven ejecutivo, y le dice:

—— Quiero que siga a Torres una semana entera, no sea que ande en algo malo o sucio.  

Gutiérrez cumple con el cometido. Este es su informe:

—— Aprovechando que nuestras oficinas quedan juntas, me hice amigo de Torres, y en confianza me contó que todos los días sale normalmente al mediodía, toma su coche, va a su casa a almorzar, luego le hace el amor a su mujer, se fuma uno de sus excelentes habanos, y vuelve a trabajar.

El director responde:

——¡Ah, bueno! ¡Qué alivio! Puede irse, Gutiérrez. ¿O tiene algo más qué decir?

Gutiérrez, con aire un poco dubitativo, se aventura a decir:

—— Sí, jefe. Es que creo que no me he explicado bien, y quisiera decirle textualmente lo que me dijo Torres.

Pepe (con cara de asombro): —— ¡Adelante! ¡Dígame al pie de la letra lo que dijo Torres!… Aunque no veo cuál pueda ser la diferencia.

Gutiérrez: —— Bueno, jefe, pues Torres me dijo textualmente: “Todos los días salgo normalmente a la hora del almuerzo, me voy para la casa del presidente del banco, me instalo unos minutos a leer el periódico del presidente, luego me siento a la mesa a almorzar con la mujer del presidente, luego le hago el amor a la mujer del presidente, y después regreso al banco”.

Amables lectores: la manera de narrar una historia puede ocasionar situaciones como la que acabamos de ver. Claro que en este caso podríamos excusar a Gutiérrez, pues seguramente quería preparar lentamente a su jefe para darle la mala noticia.

Es conveniente, entonces, entender con claridad dos conceptos muy importantes: estilo directo y estilo indirecto.

En la primera parte, Gutiérrez narra la historia en tercera persona, y se toma la libertad de usar el posesivo su, que bien puede interpretarse como alusivo a Pepe o a Torres. A nosotros, los hablantes del español, nos causa intuitivamente hilaridad, pues comprendemos inmediatamente esta ambigüedad en la que se basa el chiste. Esta forma de contar lo que dijo uno mismo u otra persona, pero sin citar textualmente, se llama estilo indirecto.

Una vez que Gutiérrez repitió al pie de la letra las palabras de Torres, la historia cambió rotundamente. Para que su jefe entendiera bien, se valió del estilo directo, el cual consiste en repetir textualmente lo que dijo alguien. En el caso nuestro, simplemente nos limitamos a poner por escrito el diálogo entre jefe y subalterno. Por tratarse de un diálogo, se da por sentado que citamos exactamente a los interlocutores. Pero si no estamos en el contexto de un diálogo, debemos escribir dos puntos (“:”) y, acto seguido, encerrar en comillas las palabras textuales. Esto se llama estilo directo.

Ahora bien: ¿Es un estilo mejor que el otro? Categóricamente NO. ¿Cuándo debemos usar el uno o el otro? No existe una fórmula mágica. Todo depende del contexto, de la intención y del momento…

Lo que NUNCA debemos hacer es mezclar los dos estilos. Esta mala costumbre se está convirtiendo en inveterada, habida cuenta de la ignorancia de algunos periodistas y escritores a quienes les parece muy bien escribir cosas como estas:

  1. Mi marido me dijo que voy a acostarme porque me siento mal.
  2. Llamó para decirme que ‘se me hizo tarde porque no he podido encontrar las llaves’.
  3. Decidió declarar porque asegura que ‘no me dejo intimidar por grandulones’.

Con o sin comillas, estas oraciones no tienen ninguna lógica. Y no la tienen porque su autor no se decidió claramente por un solo estilo, sino que mezcló los dos. Si se hubiera optado por el estilo directo, serían así:

  1. Mi marido me dijo: “Voy a acostarme porque me siento mal”.
  2. Llamó para decirme: “Se me hizo tarde porque no he podido encontrar las llaves”.
  3. Decidió declarar porque asegura: “No me dejo intimidar por grandulones”.

Y si se hubiera optado por el estilo indirecto, serían así:

  1. Mi marido me dijo que se iba a acostar porque se sentía mal.
  2. Llamó para decirme que se le hizo tarde porque no ha podido encontrar las llaves.
  3. Decidió declarar porque asegura que no se deja intimidar por grandulones.

Como motivo de reflexión me despido con estos ejercicios sobre los estilos directo e indirecto. ¡Hasta la próxima!

MINUCIAS

Algunos verbos parecen más complicados que lo que en realidad son. Tal es el caso de ‘satisfacer’, el cual debe conjugarse igual que ‘hacer’. Ejemplos: hago, satisfago; hizo, satisfizo; hicieran, satisficieran, etc…

SABIDURÍA DE SANCHO PANZA

Cuando te dieren la vaquilla, corre con la soguilla.

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